No me gusta la salchicha que se produce en el país. Nunca me ha gustado. De hecho, me sorprendí mucho cuando probé la salchicha producida por Juris llamada Frankfürter. Hasta ahora es la única que puedo comer. Y no, no me gusta el Hot Dog, a menos que sea el que cuesta un dólar en Nueva York y que a la mayoría de gente le manda al baño; a mí, no.
Entonces, estaba yo de viaje en un tour. Los tours tienen muchas cosas en contra, como el no tener el suficiente tiempo para nada o como tener que comer en lugares donde la comida sirve solo para llenar y el pan está ya pasado y es como un caucho. Era más jóven y no tenía el suficiente dinero como para comer afuera en cada país, pero intentaba probar lo típico de cada uno. Así, llegué a Alemania y lo único que quería era una Bratwurst. No sé que me imaginaba yo, pero me sorprendí mucho cuando me dieron un pan redondo con una salchicha muy larga y mostaza encima. Era menor de edad y no pude comprar cerveza, pero oh por dios, ¡qué rica estuvo! Al día siguiente, en el desayuno, vi otras salchichas en el buffet y me avalancé a ellas y aunque me gustaron bastante, no eran del mismo sabor de las que consigues en los puestos de las calles.
Ya saben, si van a Alemania deben comer eso, deben hacerlo. La Bratwurst es una de las mejores cosas del mundo.
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